Francisco Melgares de Aguilar y las Bodegas de la Casilla (II)

El bodeguero Francisco Melgares de Aguilar.

Valorar la figura de Francisco Melgares debe llevarnos a conjugar su papel como el mayor productor de vinos a granel de la época con la de un bodeguero también preocupado por la aplicación de técnicas modernas a la elaboración de vinos superiores dedicados a un público selecto, aunque muy minoritario en la época.

La capacidad de producción de vinos de las bodegas de Francisco Melgares alcanzó entre los años 1870 y 1890 aproximadamente la extraordinaria cifra de 290.000 litros, siendo sus principales bodegas las de la Calle del Rosario y la de la antigua Posada donde hoy se asienta la Casa de Cultura del Ayuntamiento, lo cual vendría a suponer un 15% del total de 1.600.000 litros obtenidos en Bullas en 1884. Cuando el litro del vino alcanzó en octubre de 1884 los 47 céntimos, Francisco Melgares pudo ingresar por toda su producción la formidable cifra de 115.150 pesetas de la época. Ningún otro productor podía competir en cantidad con la familia Melgares de Aguilar.

Los vinos a granel de Francisco Melgares eran elaborados en tinajas de barro enterradas en los sótanos de sus bodegas según las exigencias de los comerciantes franceses. Vinos inacabados con fuerte materia colorante y alta graduación (¡hasta los 17 grados!) para soportar el viaje hasta los puertos franceses donde serían mezclados y posteriormente envejecidos.

Sería injusto no señalar otros aspectos de su personalidad que lo alejan de esa apariencia de “vulgar cosechero” que a primera vista nos ofrece su figura. Francisco Melgares era una persona culta, que había recibido una esmerada educación y se movía en los más altos ambientes sociales de la provincia. Sus inquietudes personales como elaborador de vinos no podían ser satisfechas con la simple elaboración de vinos ordinarios para su exportación. El acceso al conocimiento de las técnicas de elaboración de vinos superiores no debió serle ajeno, así cómo la búsqueda de reconocimiento público para sus vinos de calidad en los certámenes internacionales de la época. En estos términos debemos valorar su participación en la Exposición Universal de Barcelona de 1888 con una botella de vino (Catálogo Oficial, pág. 219).

Pero sin duda alguna la apuesta por la construcción de las Bodegas de La Casilla con la contratación del afamado arquitecto Justo Millán Espinosa y la incorporación de moderna maquinaria y nuevos depósitos y toneles de madera a la bodega nos hablan de una plena reconversión técnica de su producción de vino coincidiendo con el fin del tratado comercial con Francia. Fue éste un paso hacia adelante en momentos de crisis, un agradecimiento al vino que tanto le había dado, una decidida apuesta por la calidad frente a la cantidad.

Esta decisión eleva su figura como cosechero en la historia del vino, máxime si tenemos en cuenta cómo 100 años antes de que bodegueros riojanos contrataran a “arquitectos estrella” para la construcción de vanguardistas bodegas, Francisco Melgares ya hacía lo propio en el noroeste murciano.

Leave a comment

Your comment