El largo camino hacia la calidad en el vino: DO Bullas (I)

El reconocimiento de la Denominación de Origen para los vinos de Bullas, a mediados de la década de los 90 en el siglo XX, ha permitido la internacionalización de los caldos de la comarca del noroeste murciano. Pese a ello el sector ha de afrontar nuevos retos para conseguir avanzar en la apuesta por la identidad y la calidad que la Denominación de Origen supuso.

No podemos obviar que, detrás del éxito de aquellas personas que consiguieron la aprobación de la Denominación, se encuentra una larga historia llena de logros y fracasos que se remonta siglos atrás.

Del medievo a la modernidad.

Si hay algo que caracteriza a la historia del vino en la comarca de Bullas es su capacidad de adaptación a los gustos y necesidades de cada época. A ello debemos su continuidad ininterrumpida en la historia frente a otras comarcas vitícolas.

La recuperación del viñedo tras la desaparición de la frontera granadina a finales del siglo XV permitió definir unos vinos que habían de satisfacer a la vez necesidades alimentarias, religiosas, económicas, pero también de salud pública. Su cultivo principal en tierras de regadío permitía la obtención de vinos blandos de baja graduación alcohólica. De esta manera se invitaba a los pobladores de la comarca altos consumos de vino alejando el peligro que suponía la ingesta de aguas que podían transmitir enfermedades.

Moratalla destacaba en la comarca por la calidad de sus vinos en el siglo XVIII, según señalaba en su crónica el Padre Ortega. Sus caldos eran de superior graduación por ser obtenidos de las viñas plantadas en secano. Por el contrario, el Catastro de Ensenada muestra para Bullas un paisaje vitívinícola de caldos con poca fuerza por la abundancia del riego.

Sin embargo, en el último tercio de este siglo XVIII, tal y cómo muestra el Interrogatorio Fiscal de 1803, en Bullas se produce una transformación del viñedo local saltando del regadío a las tierras de secano. Una verdadera revolución vitícola que ayudó debidamente a mejorar la calidad de los caldos locales, apostando de esta manera por el “estilo de Moratalla” basado en la producción en secano. No es el momento de analizar las causas de este cambio revolucionario pero no renunciamos a plantear la cuestión: ¿apuesta por mejorar los caldos o desplazamento de la vid en el regadío por otros cultivos más rentables? Los pocos viñedos que todavía quedaban en tierras de regadío eran regados sólo en invierno cuando había agua, de lo contrario se quedaban sin regar “… mucha parte de unas y otras“, Respuesta a la cuestión 32 del Interrogatorio de 1803.

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