La llegada de la Garnacha

Nos recuerda Juan Pan-Montojo en su imprescindible «La bodega del mundo. La vid y el vino en España (1800-1936)», 1994, pág. 65, que la plaga de oídio, que se había extendido por el litoral mediterráneo el año anterior, se extendió por los viñedos del noroeste murciano durante los años 1853-1854 para mermar la producción de uva y poner en jaque a unos viticultores asombrados ante la desconocida enfermedad que asolaba sus vides.

En estas tierras, al igual que en muchas otras del país, escaseaban los medios para luchar contra el oídio. Se carecía de azufre y de los medios técnicos para su utilización en el tratamiento de las viñas. Además los altos costes que ello acarreaba difícilmente podían ser asumidos por los aparceros y pequeños viticultores al cargo de la producción de uva en la comarca. Pese a todo, alguien hizo correr la voz de que una variedad de uva cultivada desde antaño en Aragón era resistente a la nueva enfermedad. Traer sarmientos de esta casta era mucho más económico que el costoso azufre que los técnicos recomendaban.

Esta uva no era otra que la Garnacha. Hasta 1854 su cultivo estaba reducido a las comarcas vitícolas cercanas a Zaragoza, pero su resistencia a esta enfermedad motivó su expansión por toda España durante los ocho años en que se produjo la extensión del oídio (1854-1862), así se señala en «Variedades de vid en España», 2011, págs. 97 y 98, con cita de los archivos de la iglesia de Santa Cruz de Retamar (Toledo) donde se indica que la garnacha llegó a la zona de Navalcarnero, San Martín de Valdeiglesias y Méntrida a mediados del siglo XIX, en grandes carros que los portadores traían de Aragón con gavillas de sarmientos que distribuían entre los agricultores para ser plantados en sus viñedos, por ser resistente a la «cenicilla».

No muy diferente debió de ser la llegada de la Garnacha a nuestra comarca tras seguir la ruta que desde Valencia la llevó a Alicante y de ahí pasar a Yecla y a Jumilla. Pero también debemos reconocer que no existen datos que nos lleven a pensar que supusiera su introducción supusiera una verdadera amenaza para la autóctona Monastrell.

Un documento de importancia sobre la cuestión lo constituye la Memoria sobre la producción de viña y vino en la Hacienda de los Béjar, situada en el Carrascalejo (de Arriba) en Bullas, presentada en 1876 en la Exposición Agrícola y Minera de Murcia -cuyo original se encuentra en el Archivo Municipal de Murcia. En el mismo el bodeguero (y autor de la memoria) Jose María de Béjar nos señala que en su finca cultivaba para la elaboración de vinos tintos, junto a la Monastrell (o Casca del país), la Tintilla (o Garnacha de Cataluña, o Reino del país).

Para el año 1889 el «Informe estadístico sobre la superficie del viñedo y variedades de vid«, ministerio de Agricultura, del ingeniero agrónomo de la Diputación Vicente Sanjuán ya recoge a la Garnacha como una de las castas cultivadas en los partidos judiciales del noroeste.

Tras la destrucción del viñedo por la filoxera a principios de siglo XX pareció desaparecer de nuestra comarca pues ya en 1911 el Ministerio de Fomento publica “La invasión filoxérica en España y estado en 1909 de la reconstitución del viñedo“, donde se recoge el informe del ingeniero agrónomo de la diputación provincial Virgili quien ya no señala la presencia de la garnacha en el noroeste.

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