Ricote según el Catastro de Ensenada (1755)

La Villa de Ricote presumía en sus contestaciones al interrogatorio del Catastro de Ensenada, año 1755, de ser una villa de realengo si bien se hace constar la presencia de la Orden de Santiago en su territorio para cobrar tributos y explotar sus posesiones. Del manuscrito obrante al Archivo Nacional hemos obtenido los datos referentes al cultivo de la vid y producción de vino en la localidad.

La población destinaba un total de 101 tahúllas (16,83 fanegas) al cultivo de la viña en tierras de regadío, no cultivándose en el secano. Del total de 972 tahúllas de regadío (162 fanegas) un 10,39% estaban destinadas al cultivo de la vid. Por otro lado, la villa contaba con 10.000 fanegas de tierra de las cuales 162 eran de regadío y 9.838 de secano, así que sólo el 0,17% de las tierras eran destinadas a la viña.

De las 101 tahúllas de viña un total de 43 eran de primera clase, 3 de segunda y 28 de tercera (vemos que según estos datos hay un desfase de 27 tahúllas que entendemos serían tierras compartidas entre varios cultivos).

La producción de vino de la villa se obtenía a razón de 15 arrobas de vino en cada tahúlla de viña de primera calidad, 10 arrobas en las de segunda y cinco arrobas en las de tercera. Así que Ricote produciría al año unas 645 arrobas de vino en las de primera, 30 arrobas en las de segunda y 140 en las de tercera, más 135 arrobas de vino que asignamos a las 27 tahúllas «compartidas» a razón de 5 arrobas de media. Es decir, un total de 950 arrobas de vino por cosecha anual que vendidas a 4 reales la arroba suponían una riqueza para el municipio de 3.800 reales de vellón al año.

De los 224 vecinos de la villa ninguno vivía en casa de campo, contando con 104 jornaleros que cobraban 4 reales al día, sin que se declararan edificaciones destinadas exclusivamente a la producción de vino.

Las tierras de regadío se arrendaban por 60 reales la tahúlla.

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