El lenguaje de la viña y la bodega («A»)

DSC_0649Es imposible acceder al mundo de la vid y el vino en el noroeste murciano si desconocemos la lengua construida a lo largo de los siglos por viticultores y bodegueros de la comarca para comunicarse entre sí.

Vamos a seguir el trabajo de Francisco Gómez Ortin,  «Vocabulario del Noroeste Murciano» (1991), para acceder al habla de la vid y el vino en el noroeste. Empezaremos en esta primera entrada por la letra «A«.

En los trabajos de la viña destacan «abancalar» para disponer el terreno cultivable en forma de bancal; «Agostear» se empleaba en sustitución de agostar, arar o cavar la viña en agosto para limpiarla de malas hierbas y orearla. La tierra se «atableaba«, como sinónimo de tablear o atablar, para allanarla con la tabla o atabladera una vez labrada.

Los «apechusques» eran los utensilios, instrumentos o herramientas propios de los viticultores y bodegueros. Entre ellos estaba la «azá(da)» utilizada para remover las tierras blandas o labradas;  el «aza(d)ón» para cavar la viña; y el «aza(d)oncico» que era la azadilla o escardillo.

«Aperar» era trabajar en general y también arreglar los aperos y carros del campo, pero una persona «apera» era un holgazán, gandul o remolona para el trabajo.

Los «arballos» eran los ballos o vallicos, plantas dañinas a la viña.

La «acequia» es el cauce o canal por donde se conducía el agua para el riego de las viñas y el «acequiero» era la persona encargada de cuidar y distribuir las aguas a los regantes o herederos. El «azarbe» era la acequia de desagüe o de aguas muertas, adonde iban a parar los sobrantes o filtraciones de los riegos.

El viento del norte o tramontana era llamado aire o viento de «arriba».

Caían «atochas» encendidas sobre la viña cuando el sol quemaba o abrasaba, haciendo un calor achicharrante como el fuego. Entonces se decía que si la vid (hojas o uva) enfermaba o marchitaba por excesivo calor o calma se «abochornaba» pero también se utilizaba «acandalarse» cuando se secaba la vid o la uva por el calor o la sequía.

Si llegaba una tormenta de pedrisco y se dañaban las viñas se utilizaba el término «achinar» como sinónimo de «apedrear«. El término «abotanarse» se utilizaba cuando la uva se pudría o corrompía por la humedad.

Si la viña era atacada por el pulgón se «apiojaba«.  «Arroalarse» la vid o arroyarse se producía cuando salían manchas en general, específicamente también se utilizaba este término cuando salían manchas blanquecinas en la piel a rodales, debido a la sequedad, eccemas, etc.

«Amorgonar» es el vocablo amurgonar que consiste en meter el sarmiento largo de una vid bajo tierra, dejando el extremo fuera, para que arraigue y origine una nueva cepa.

La uva de «ahogaperro» era una variedad de uva pequeña y negra.

El «apure» de uvas correspondía a aquellos frutos que por no llegar a su punto óptimo de maduración que se dejaban en las vides para ser recogidas más tarde.

La «aporta(d)era» era el recipiente de madera con agarraderas laterales en el que se transportaba la uva desde la viña a la bodega.

En la bodega podemos encontrar palabras como «arrecer» o «arecer» utilizada para explicar la acción de remover la uva pisada en el jaraiz, remojándola para desleír la pasta y evitar que se pegue en la prensa; pero también «azuquear» cuando se endulzaba o azucaraba el vino en los toneles echándole sacos de azúcar.

Los bebedores de vino que se emborrachaban cogían una «atasquera«.

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