La exportación de vinos a Francia en el siglo XIX (I)

Los datos que nos han llegado hasta nuestros días parecen apuntar a que la exportación de vinos y aguardientes a Francia desde el noroeste murciano ya existía en el siglo XVIII. Sin embargo, el objetivo de estas entradas es ofrecer una aproximación a lo sucedido en la segunda mitad del siglo XIX, durante los años de lo que hoy conoceríamos como la «burbuja del vino«.

En esta primera entrada pretendemos exponer el panorama general de lo sucedido durante esos años en Francia y en España, es decir, construir el marco sobre el que ofreceremos posteriormente una visión más concreta desde el punto de vista del noroeste murciano.

Recurrimos inicialmente a los datos ofrecidos por tres grandes obras de referencia: «Vins, vignes et vignerons. Histoire du vignoble français» de Marcel Lachiver (1988), «Les vins d´Espagne» de Alain Huetz de Lemps (2009) e «Historia del Vino» de José Peñín (2008).

Dos grandes crisis afectaron al viñedo francés durante la mitad del siglo XIX y ambas tuvieron su origen en enfermedades de la vid de origen americano. De un lado, asistimos a la desolación causada por el oídio entre los años 1850 y 1863, y, de otro lado, a la devastación del viñedo galo por las plagas de la filoxera, mildiu y la podredumbre negra entre los años 1870 y 1891.

Ambas crisis provocaron la reducción de la producción de uva, el aumento del precio del vino y la llegada de comerciantes franceses a territorios hispanos a la búsqueda de vinos ordinarios con los que elaborar sus preciados caldos. Estos períodos supondrán épocas de bonanza para España y de desgracias para Francia.

La crisis del oidio.

Marcel Lachiver explica en su obra cómo entre los años 1853 y1863 se producen los ataques más graves de oidio en la zona de Burdeos provocando una reducción de la producción de uva en más del 50% con respecto a cosechas anteriores, págs. 405 y 406.

Es José Peñín, pág. 411, quien llama nuestra atención sobre el hecho de que bodegueros de Burdeos enviaron comisionados a Alicante y otras zonas para conseguir vinos ante la reducción de la producción en Francia, en el caso de sureste español por el color, sabor y grado alcohólico de nuestros vinos que los hacían ideales para ser mezclados con los vinos franceses. Esto motivó la instalación en el puerto de Alicante de almacenistas franceses cuyo interés decayó según el viñedo francés se recuperó del ataque del oidio.

Pero también el oidio llegó a España extendiéndose por las zonas más húmedas de las diferentes comarcas vitícolas e impulsando el desarrollo de las zonas más secas, según ha destacado Alain Huetz de Lemps , pág. 118.

Es también Alain Huetz de Lemps, pág. 119, quien nos recuerda que durante la crisis del oidio el precio del vino en España se cuadriplica estimulándose la producción y exportación a Francia (en el año 1857 se alcanza en España la cifra de 1.300.000 hl de vinos exportados al extranjero).

La recuperación del viñedo galo tras el empleo del caldo bordelés para poner fin a la plaga de oidio provoca que las exportaciones se reduzcan en gran medida y los comerciantes franceses abandonen el país. Se produce así un parón en el desarrollo de viñedos e industria vinícola en España.

La filoxera y las otras plagas.

Sin embargo, en pocos años el viñedo francés se vería devastado por otra plaga aún más peligrosa, pues el insecto filoxera devoraba las cepas sin solución posible. Coincidiendo con ella, también llegaron a Francia otras plagas americanas como el mildiu y la podredumbre (Marcel Lachiver, págs. 412-434 para la filoxera, y págs. 434-438 para el mildiu y la podredumbre). El pánico se desató en Francia y los comerciantes franceses regresaron al sureste español dando inicio a la segunda edad dorada de los vinos del noroeste.

Entre los años 1870 y 1885, a pesar de las dificultades comerciales de 1886 y 1887, y hasta los inicios de los años 1890, se produce un período de expansión espectacular del viñedo, tal y cómo ha destacado Alain Huetz de Lemps, págs.120 y 121.

La fiebre de la plantación de la vid se explica por el aumento de los precios del vino que se mantienen elevados a pesar del incremento de la producción. Los agricultores no sólo plantan viñas en tierras incultas sino que arrancan sus olivos
o convierten sus campos de cereales en viñedos por la caída de los precios a consecuencia de la llegada de cereales del nuevo mundo, todo ello animado por buenas cosechas como la de 1877, en este sentido Alain Huetz de Lemps, pág.121. El viñedo en las diferentes comarcas vitícolas refuerza su papel como sostén de la economía comarcal tal y cómo destaca José Peñín, pag. 412.

Los precios altos no sólo son motivados por la exportación ya que también juega un importante papel el incremento del consumo nacional ligado al crecimiento demográfico y a la elevación del nivel de vida. La demanda de vinos comunes crecía, los jornales aumentaban y se formaban grandes patrimonios.

La devastación del viñedo del midi francés en 1878, la convención franco-española de 1877 y el tratado de 6 de febrero de 1882 favorecen las exportación de vinos a Francia (Alain Huetz de Lemps, pág.122). Con el tratado de 1882 se reducían los aranceles de los líquidos de menos de 15 grados en cinco francos el hectolitro. El Real Decreto de septiembre de 1888 aprueba la creación de una serie de estaciones enológicas, entre ellas la de Alicante.

Los comerciantes franceses (y sus socios españoles) compraban cosechas enteras a pie de viñedo, abriendo almacenes de vinos y bodegas industriales para su elaboración desde los que expedir a Francia. Grandes factorías son construidas en el puerto de Alicante y otros puertos españoles, desarrollándose igualmente el transporte de vinos por ferrocarril, Alain Huetz de Lemps, pág.123.

La llegada del milidiu y del pulgón a los campos del noroeste murciano en los años 1884 y 1885, reducen la producción, pero durante los años 1886 y 1887 el mercado del vino sufre una crisis comercial y los precios se hunden en Francia y en España, todo ello a consecuencia de los fraudes en la producción de vinos (Alain Huetz de Lemps, pág.124, y Marcel Lachiver, págs. 438-442).

En España muchos comerciantes adulteraban los caldos con agua, alcohol industrial importado de Alemania y tintes a menudo tóxicos como la fucsia (José Peñin, pág. 413). Esto provocó el asentamiento de bodegueros franceses para controlar la producción vinos que expedían a su país.

En esas fechas, el viñedo francés está ya recuperado y además entra en juego el vino de Argelia, pero las mediocres cosechas de 1889 y 1890 sostienen las exportaciones españolas que alcanzan su máximo en 1891, según nos recuerda Alain Huetz de Lemps, pág.125, fecha a partir de la cual se hunde el mercado español de vinos tras expirar el tratado franco-español el día 1 de febrero de 1892 cuando el hectolitro de vino pasa soportar unas tasas de 7 francos  frente a los 2 anteriores, Alain Huetz de Lemps, pág.147.

Durante la década de 1890 se redujo paulatinamente la demanda francesa de vinos provocando una recesión en el sector con disminución de jornales, la emigración de los viticultores, aumento de la destilación de vinos y la ruina de muchos propietarios y bodegueros.

La llegada de la filoxera a los campos del noroeste en el cambio de siglo y el cambio de los gustos de los consumidores pusieron la puntilla al viñedo más antiguo de la región, desaparecía así la «Bodega del Reino de Murcia«.

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