La calidad de los vinos de Moratalla

Entre los días 17 de julio de 1892 y 15 de abril de 1893, El Diario de Murcia vino recogiendo en sus páginas la publicidad sobre los Vinos Superiores de Mesa que comercializaba «La Tienda del Catalán» de Pedro Coma Ferrer situada en la Calle Pascual (Contraste), 7 de Murcia. Junto a los vinos de Champagne, Borgoña (Cepa de Mâcon), Burdeos, Jerez, Priorato o Málaga se ofertaban botellas de vino de Moratalla, única representación de los vinos de la provincia de Murcia.

Por otra publicación de la época, en concreto La Juventud Literaria en su ejemplar del día 5 de junio de 1.892, sabemos que el bodeguero de Moratalla D. Juan Tamayo comercializaba sus vinos en Murcia a través de «La Tienda del Catalán«.

Tradicional era el reconocimiento de la calidad de los vinos de Moratalla en el pasado. Ya en el año 1735 el escritor Fernando Hermosino Parrilla destacaba la calidad de los caldos de esta localidad en su obra «Fragmentos históricos eclesiásticos y seculares del Obispado de Cartagena» (Manuscrito, Biblioteca de la Academia de Historia, Colección Vargas Ponce, Vol. IX). Después vinieron los reconocimientos del geógrafo Bernardo Espinalt en su obra “Atlante español” (1778), de Antonio Marin (1788), de Antonio Vegas en el “Diccionario Geográfico Universal” (1795) o de Francisco de Paula en su «España Geográfica» (1845).

La explicación de la causa de la calidad de los vinos de Moratalla, frente a la del resto de vinos del noroeste (también sobre el resto de vinos de la provincia), parece haberla encontrado Juan Bautista Vilar cuando en su obra «Cehegín, Señorío Santiaguista de los Borbón-Parma» (1985) señala citando la palabras del Padre Ortega, cronista de la villa de Cehegín a mediados del siglo XVIII, que los vinos de Cehegín tenían poca fuerza por la abundancia del riego frente a los caldos de superior graduación de Moratalla (y de Caravaca) obtenidos de las viñas plantadas en secano.

No parecen confirmar esta explicación los datos del Catastro de Ensenada para Moratalla, en el año 1755, que señalan una mayor proporción de la superficie de la vid en regadío sobre la de secano.

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