El Sello del Castellar

El conocido como  «Sello del Castellar» (Bullas) es una pieza de época romana que se sitúa en el siglo I d.c. El sello recoge una imagen en negativo de un cesto del que rebosan los racimos de uva. Salvador Martínez Sánchez (Director del Museo del Vino de Bullas) y Francisco José Navarro Suárez, «El sello del Castellar: evocación de la vendimia» (2.010) han señalado que nos encontramos ante una alegoría de la vendimia (quizás del Otoño), además de llamar la atención sobre su posible utilización para sellar las ánforas de vino, como antecedente quizás de nuestras etiquetas de vino actuales.

El sello fue encontrado en el Cerro del Castellar (Bullas) por el Colectivo de Arquelogía de Bullas según señalan González Castaño, J.; Caballero Escribano, F. y Muñoz Clares, M. en su obra «La Villa de Bullas, siglos XVII-XX» (1.991).

Lo primero que debemos destacar es que no fue obtenido en una excavación arqueológica, sino hallado de forma individual sobre el terreno, lo cual nos impide analizar el contexto de localización, pero nos libera para el ejercicio de la elucubración.

Lo único que podemos decir de su localización es que el cerro del Castellar, emplazado en la cumbre amesetada de un macizo rocoso que se alza sobre la margen derecha del río Mula, parece haber acogido diversos pobladores a lo largo de la historia según ponen de manifiesto los restos de cerámica recogidos en dicho lugar. Es obvio que necesita de una verdadera prospección arqueológica, quizás el Castellar tenga mucho más que contarnos sobre la historia de Bullas.

Si bien presentes en las diferentes culturas mediterráneas, los conocidos como  «sellos de panadero» del mundo romano han mercido desde el siglo XIX diversos estudios. Está atestiguado su uso para la decoración de panecillos en la antigua Pompeya con un carácter festivo y religioso. Menos estudiada ha sido su utilización para otros fines por la falta de fuentes adecuadas.

Al no aparecer ligado a una factoría de producción o comercialización de vino en el Castellar (Bullas) tal vez sea un tanto aventurado excluir otros usos y ligar dicho elemento al sellado de recipientes de vino para su identificación. Obviamente, si ese fue su uso pondría de manifiesto cómo ya en el mundo romano los vinos de Bullas, del noroeste murciano, tenían un reconocimiento público y una demanda más allá del comercio regional que exigían un marchamo que garantizara su identificación.

Otros usos plausibles, son los de la decoración de panecillos a la que antes hemos aludido, pero sobre todo el de su utilización en el culto religioso del mundo romano. La iconografía nos lleva inmediatamente a la evocación de los «cultos báquicos o dionisíacos».

Para ampliar información sobre los «sellos romanos de panadero» en el sureste peninsular:

– «Contribucion al estudio de «los sellos de panadero» del sureste» (1.981). D. Pedro Antonio Lillo Carpio.

– «Los sellos romanos de panadero: una aproximación a su estudio a partir de los depositados en el Museo Nacional de Arte Romano (Mérida)» (2.009). Dña. M. Eulalia Gijón Gabriel y Dña. Macarena Bustamante Álvarez.

– «Sello de panadero del Cerro de los Santos (Montealegre del Castillo, Albacete)» (1.987). D. Daniel Serrano Varez.

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