El largo camino hacia la calidad en el vino: DO Bullas (II)

La llegada de los comerciantes franceses.

Otro nuevo giro en el sector vitivinícola de la localidad se produce cuando a mediados del siglo XIX llegan los primeros comerciantes franceses a la búsqueda de vinos con los que cubrir las necesidades de las bodegas francesas. Las plagas del oídio, mildiu, filoxera y la podredumbre negra arrasan en diferentes oleadas el viñedo galo que no se recuperará hasta los años 1890.

La influencia de la crisis vitícola en Francia fue enorme en Bullas: se incrementó la superficie vitícola, creció la producción de vinos, se construyeron nuevas y más modernas bodegas,… y se acumularon grandes fortunas que sustentaron las ambiciones políticas de algunos hombres de la localidad cómo D. Joaquín Carreño Góngora, quien llegó a ocupar el cargo de Presidente de la Diputación Provincial de Murcia y de Gobernador Civil, o del propietario del Carrascalejo D. Alfonso Chico de Guzmán y Belmonte, Diputado a Cortes y Senador del Reino por la provincia de Murcia.

Cuando los comerciantes franceses se instalan en el puerto de Alicante, el noroeste murciano ya existía como industria y contaba con empresarios, bodegas y técnicos para la elaboración de vinos de calidad suficiente para ser exportados a Francia. No era por tanto necesario que los comisionados franceses se asentaran en el noroeste para obtener vino para su exportación. Establecer lazos comerciales con los productores locales era suficiente en nuestra comarca.

Sí que se produjo un cambio en esta época en la elaboración de vinos en Bullas por exigencia de los clientes franceses. Frente a la elaboración de vinos acabados tradicional en la comarca los nuevos compradores -quienes sólo buscaban vinos de alto color y graduación para mezclar- exigieron a los cosecheros que elaboraran fermentaciones tumultuosas largas, de varios días al objeto de poder extraer el máximo de color contenido en la piel de la uva. De esta forma se obtenían vinos muy astringentes que sólo servían para dar color y grado a otros más claros y blancos de menor graduación. Estos vinos alcanzaban los 15 y 16 grados y no era necesario encabezarlos con alcohol para ser exportados a Francia.

Un renovador en las bodegas de Bullas, Jose María de Béjar y Jiménez.

Al bodeguero José María de Béjar y Jiménez debemos una Memoria sobre la producción de viña y vino en la Hacienda de los Béjar, situada en el Carrascalejo (de Arriba) en Bullas, presentada en 1876 en la Exposición Agrícola y Minera de Murcia -cuyo original se encuentra en el Archivo Municipal de Murcia. En la misma nos señala cómo en el año 1866 decide abandonar la producción de vinos en tinajas e iniciar la crianza en barricas de roble, a fin de implantar las técnicas de producción y envejecimiento de vinos desarrolladas en Francia.

Asistimos a un momento histórico en la comarca en el que se abandonan los métodos tradicionales y el bodeguero decide aplicar nuevas técnicas para conseguir una elaboración moderna de vinos, los conocidos en la época como Vinos Finos. No es otro su objetivo que el de obtener unos vinos de calidad que obtengan el reconocimiento en las exposiciones decimonónicas a las que remite sus caldos, además del aplauso de una nueva clase burguesa de corte liberal deseosa de vinos más selectos y refinados.

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