Un cambio de siglo para el aguardiente en Moratalla -I-

Se quejaba el periodista Gabriel Baleriola en su libro “La crisis vinícola en la provincia de Murcia, 1901” (pág. 386) de no haber podido adquirir los antecedentes precisos para ocuparse con detenimiento de la industria de aguardientes en la localidad de Moratalla a fin de promocionar los anisados superiores y exquisitos que se fabricaban en la villa.

Al parecer el temor al fisco había sido superior a sus requerimientos lamentándose de que en España los gobiernos no creaban ni favorecían ninguna riqueza sino que se limitaban a caer sobre ella sin miramientos para imponerle tributos.

No le faltaba en esto último razón a nuestro autor, desde inicios de la década de 1890 se habían aprobado nuevos tributos que gravaban enormemente la producción de aguardientes, provocando efusivas protestas por parte de los fabricantes.

Reunidos en Cehegín a primeros de enero de 1893 los productores de la comarca habían celebrado un Congreso haciendo suyos los motivos de rechazo de este nuevo marco tributario que los gremios nacionales, provinciales y comarcales estaban impulsando desde todas las zonas productoras. Repasando el listado de los participantes en el encuentro de Cehegín (publicado por La Gaceta Minera de Cartagena en su edición del 10/01/1893) podemos leer el nombre de los fabricantes de aguardiente más importantes de Moratalla como Pedro Martínez Ruiz, Francisco García Sánchez y Juan Vélez Guillén.

La persona a quien había recurrido Gabriel Baleriola le había informado en una carta de 1 de julio de 1901, recogida en las páginas 49 y 50 del libro “La crisis vinícola en la provincia de Murcia, 1901”, de que la crisis local del sector tenía causas complejas pudiendo señalar como las principales la deficiencia de tratados que abrieran a los fabricantes nuevos mercados en condiciones ventajosas, la falta de inspección administrativa que corrigiera con mano fuerte las adulteraciones que desacreditaban los productos locales, las carencias de las vías de comunicación, así cómo el exceso y desigualdad de los gravámenes. En este sentido, apuntaba el informante que era preciso que el Tesoro hiciera un censo real de las plantaciones de vid para poder reducir las cargas impositivas manteniendo los ingresos fiscales. Por el Boletín Oficial de la Provincia de Murcia, en su edición de 24 de agosto de 1.893, sabemos que Juan Vélez Guillén, el más importante de los productores locales de aguardientes anisados, había sido sancionado con 75 pesetas por defraudación.

Asimismo denunciaba las carencias de los procedimientos empíricos y rutinarios de elaboración de los aguardientes, por la falta de cultura y capital, proponiendo a los ingenieros agrónomos que impartieran charlas teórico-prácticas para mejorar las técnicas de elaboración y la creación de Bancos Agrícolas que no fueran establecimientos mercantiles al servicio de caciques y logreros.

Por otra parte en la citada carta se informaba de que la tercera parte de la cosecha de vinos anual, que solía ser de 9.000 hectolitros, era destinada a la elaboración de aguardientes anisados en Moratalla, vendiéndose los mismos a un precio variable entre 48 y 60 pesetas por hectolitro.

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